viernes, noviembre 12, 2004

Interesante

La muerte, este fin de Ramadán, de Yaser Arafat en París abre una nueva etapa para los palestinos y para Oriente Medio en general. Pese a lo que muchos quieran creer, se trata de una etapa de esperanza, puesto que Arafat ha sido uno de los grandes obstáculos para alcanzar la paz en dicha región del mundo. El terrorista internacional tuvo la opción se convertirse en el fundador del Estado Palestino. Pero no supo, ni tampoco quiso, estar a la altura de las circunstancias. En sus últimos años de vida Arafat demostró, contra la esperanza de su pueblo y de gran parte de los líderes de todo el mundo, que seguía siendo la misma persona que en las décadas anteriores: un excelente gestor de la violencia indiscriminada, un maestro de las relaciones públicas y un demagogo de gran carisma. Comienza su carrera político-terrorista en los Hermanos Musulmanes de Egipto. Sin embargo, cuando empieza a tener una importancia real es en 1968, año en el que se hace con el liderazgo de Al Fatah y la OLP. Desde entonces se convierte en la mayor pesadilla de Israel y, aunque no lo suelan reconocer, de varios países árabes. A sus acciones terroristas contra el Estado judío hay que sumar el hecho de que en dos ocasiones la OLP intentara, y lo consiguiera, crear un Estado dentro del Estado. Primero en Jordania y después en El Líbano. En el caso del reino hachemí, el resultado fue la guerra jordano-palestina conocida como Septiembre Negro, en la que murieron unos 10.000 palestinos. En cuanto a El Líbano, Arafat y su organización se convirtieron en un factor desestabilizador de tal magnitud que condujeron al país a la guerra civil.[Leer +]

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