El día que dejé de escuchar la SER [ElSemanalDigital.com] 21 de enero. Me va a permitir el poeta Jorge Riechmann que parafrasee el título de su libro El día que dejé de leer El País. Libro, dicho sea de paso, que leí con agrado en su momento, a finales de los 90 creo recordar. Un servidor, que procura estar más o menos informado, se empapa cotidianamente de prensa sin cuento –en papel o en digital–, y de muy variadas frecuencias radiofónicas. En televisión alguna cata aquí o allá, algún debate o entrevista puntual, y poco más. Tempus breve est! Tengo muy claras convicciones, pero eso no quita que me parezca oportuno escuchar a los demás. Con espíritu crítico, por supuesto. Quedarse permanentemente en la burbuja celestial de los que piensan como uno mismo es un error garrafal, nefasto para alcanzar cierto vigor espiritual e intelectual. Se pierde perspectiva, y se agudiza el encono, juzgando tantas veces a la violeta, con la misma frivolidad que podemos echar en cara nosotros. No es cuestión de alcanzar el nirvana de la neutralidad o de un eclecticismo babeante que suele desembocar en sectarismo ramplón. Eso lo dejaremos para la escuela de Federico Mayor Zaragoza, por ejemplo. Y hasta aquí la parte sosegada del artículo. Punto y aparte.
viernes, enero 21, 2005
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